martes, 28 de julio de 2015

No agobiemos a nuestros genes

Si medimos el tiempo transcurrido en nuestro proceso evolutivo, podemos decir que hemos salido de las cavernas hace dos días. El resultado es que nuestros genes no han tenido tiempo de adaptarse  a esta forma de vida actual. No somos animales nocturnos, no vemos en la oscuridad como los felinos o los ratones porque no estamos hechos para cazar de noche. Como consecuencia, estos genes, tan poco actualizados, hacen que nuestro organismo se equivoque cuando administra los alimentos que ingerimos.

Cuando nuestras hormonas entienden que son horas en las que deberíamos estar dormidos, y gastar el mínimo de energía,  mandan a reservar la mayor parte de nutrientes que tomamos. Y la reserva está en los "michelines", glúteos etc. Así que cuantos más nutrientes tenga a su disposición, a partir de ciertas horas, más grasa acumulará nuestro cuerpo como reserva para momentos de escasez.

Y esto ya viene avalado por  numerosos estudios que  avisan que…

"La hora en que ingerimos alimentos importa y mucho"

Por tanto, si somos del tipo de organismo previsor -que guarda a reservas todo lo que no quema- a partir del anochecer hay que dejar de comer azúcares e hidratos de carbono en general: Pasta, pan, patatas, fritos, arroz, dulces e incluso las frutas, sobre todo las más ricas en azúcares como melón, plátano, uvas, etc.

Recordemos que no son las grasas sino los carbohidratos los que, consumidos en exceso, se acumulan en forma de triglicéridos en el tejido adiposo.

En esto no estaría mal que copiáramos a los europeos;

"Cenas cortas a hora temprana e irnos a la cama con la digestión hecha un par de horas más tarde"

                  

Pero  nuestra rutina de vida, suele ser muy contraria a esto:


- Al desayuno no le damos importancia y es escaso.

- Muchas personas hacen la comida principal fuera de casa y en un mero trámite.
- Y con la cena, tratamos de compensar un día ajetreado.

Pero tampoco hay que pasarse en las restricciones: Si la cena es demasiado escasa nos puede volver a entrar hambre y despertarnos en mitad de la noche para asaltar la nevera. Así que una buena ensalada de tomate y verduras, con bastante proteína -huevo duro, pollo, atún o sardinas en aceite, los palitos de mar, algunos frutos secos, manzana, piña, aguacate, aceitunas etc.-... Y aliñada con su buen aceite de oliva.

martes, 7 de julio de 2015

Para engordar la hora importa


El bueno de Don Quijote ya le daba consejos a Sancho, unos consejos que resultan muy acertados a la vista de los recientes descubrimientos científicos sobre nutrición.

Cervantes pone en boca de D. Quijote un consejo para su escudero:

"Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.

La recomendación de comer poco puede que estuviera motivada por la necesidad de frenar el apetito del escudero comilón por motivos de intendencia en sus viajes, pero cuando dice “cena poco”, está afirmando algo que entonces no era fácil de atisbar. Mucha sabiduría encierra esa expresión de que la salud de todo el cuerpo depende del estómago.

Y es que, últimamente, se ha descubierto el mecanismo molecular que nos hace engordar si nuestro organismo tiene a su disposición suficientes nutrientes en las horas nocturnas.

Ya había muchos refranes que avisaban sobre los perjuicios de cometer excesos a la hora de cenar. Y curiosamente, no sólo Cervantes.

Hay cantidad de antiguos dichos populares que se pronuncian al respecto. Es muy conocido el que dice:

"De grandes cenas están las sepulturas llenas"

Y aquí va otro dicho popular que encierra una gran sabiduría:

Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe, cena como un mendigo”.
                                         
Y Benjamín Franklin decía…

Abreviar la cena: prolongar la vida…”

Los últimos estudios genéticos vienen a demostrar lo acertado de todas estas aseveraciones. Y es que ya se ha identificado un gen en las células grasas que juega un papel clave en cuanto a nuestro sistema de nutrición. Este gen funciona como un reloj temporizador en las células de la grasa y actúa sobre en el sistema nervioso central.

A grandes rasgos, esto permite que nuestro organismo esté programado para acumular reservas en las horas nocturnas Por tanto está muy claro lo importante que es restringir las cenas.

Así que no sólo el tamaño importa, sino también el momento en el que decidimos ingerir un bocado.

lunes, 29 de junio de 2015

El cerdo ibérico: nuestro olivo con patas


Ya hace tiempo que se viene rumoreando que el cerdo ibérico es un alimento saludable en contra de los que pretenden amargarnos la vida diciendo que engorda, que aumenta el colesterol y otros sustos varios.
Bueno, pues ahora van unos investigadores, españoles por supuesto, y descubren que en realidad, en cuanto a nuestro  sistema vascular, al jamón ibérico, se le puede comparar con los pescados azules, las nueces o el aceite de oliva.
Pero cuidado, que esto no es tan nuevo.
El magnífico nutricionista Grande Covián, siempre tan gráfico, decía de  nuestro cerdo ibérico que "se podía comparar con un olivo con patas”. 
Y este señor, falleció en  1995.

Veamos algo muy interesante de este sistema circulatorio que Dios tuvo a bien entregarnos. 
Resulta que nuestras arterias las tenemos tapizadas por un tejido maravilloso: el endotelio. Tan maravilloso es que se entretiene en: 
  • Controlar la presión sanguínea y la coagulación de la sangre.
  • Pero es que también resulta ser una gran fuente de hormonas -tan resultonas ellas-
  • Y por si fuera poco, también toma parte, asistiendo a nuestro sistema inmune, en la defensa frente a invasores patógenos.
Casi nada ¿verdad?, pues esta maravilla también tiene sus problemas y si se le hinchan las narices (se inflama) empezamos a tener verdaderos problemas cardiovasculares. 
Concretando, que cuando el endotelio sufre, comienza el riesgo de padecer un infarto. 
Que miedo ¿no? Pues ahí viene, con esos andares tan sexis, el maravilloso cerdo ibérico a salvarnos: 
Que tenemos el endotelio algo perjudicado… pues  sólo son suficientes 50 gramos al día de jamón ibérico durante seis semanas para mejorarlo.
Si, si, tal como suena. 
Esto se desprende de los resultados de estudios recientes que ha publicado el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. 
Y por si fuera poco, resulta que “los beneficios se mantienen después de dejar de consumirlo", según dice D. José Sabán, responsable de la Unidad de Endotelio y Medicina Cardiometabólica del hospital madrileño y director de la investigación. Aunque para qué lo vamos a dejar, ¿no?

Y por si no hubiera hecho suficiente mérito este señor investigador, añade, que "la mejora endotelial fue superior entre los jamones de cerdos que consumieron bellotas, y que se las comieron a la manera tradicional, al aire libre, y alimentados buscándolas entre las de hierbas debajo de las encinas.”

¿Verdad que a Don José habría que dedicarle ya alguna calle, plaza o monumento? Y que conste que los resultados se apoyan en datos absolutamente científicos.

El jamón ibérico viene acompañado de unos compuestos llamados polifenoles que son antioxidantes y antiinflamatorios a nivel vascular.
Estos también están en otros alimentos ricos en antioxidantes como el aceite de oliva, el vino tinto, el chocolate negro… ¿Veis como no todo lo que nos gusta es inmoral o engorda?...Bueno, también está en el té verde y los frutos rojos.

Es cierto que la sal nos obliga a tomarlo con cierta cautela.
Pero un buen productor con un buen producto -verdadero cerdo ibérico- puede mantener el porcentaje de sal dentro de unos límites más razonables.

Así es que ¡venga sin mala conciencia ¡ 
Pero siempre con mesura.   




En el próximo articulo veremos lo que manda la ley en cuanto a la forma de etiquetarlos para que no nos equivoquemos.

martes, 23 de junio de 2015

Incluye sin miedo las grasas y las proteínas en tu dieta.

Me gustaría transcribir una serie de  resultados de recientes investigaciones, que contradicen lo que durante décadas han venido recomendando los estamentos nutricionales oficiales (¡y lo siguen haciendo¡) .

Recordareis como se ha venido afirmando que las grasas saturadas, eran las principales culpables del sobrepeso y el colesterol.

Pues, desde  hace unos años muchos  científicos opinan no solo que no sea así, sino que al evitar las grasas, hemos de consumir más carbohidratos y estos sí que  son los que en realidad provocan nuestros problemas metabólicos.

O sea, que el consumo de las grasas y las proteínas, tan prohibidas en las dietas, en realidad son muy recomendables para adelgazar.

 
Y es que provocan sensación de  saciedad, al contrario que  otros grupos de alimentos.

Por supuesto, esto no significa que no se siga una dieta variada, pero no es en absoluto necesario privarse de un buen filete, unos huevos o un queso viejo y sabroso.

Veamos una relación de delicias que se empeñan en mantenernos innecesariamente vedadas.


Empecemos por la grasa procedente de la leche.

  • Ahora parece ser que la grasa de la leche, no solo no es perjudicial, si no que tienen efectos beneficiosos para evitar la diabetes tipo 2 y contra la obesidad.
  • La nata, no tenemos por qué rechazarla. Pero ojo, “nata de vaca” no confundir con la nata procedente de grasas vegetales  y por supuesto sin azúcar.
  • Y a la deliciosa mantequilla, que permite tan ricas tostadas, la tenemos ya como elemento saludable. Y en este caso, no confundir con las margarinas que estas si que son absolutamente insanas.
  •  Sabiendo esto, debemos saber que la leche no tiene que ser desnatada. Con leche entera, el café está más rico.
  • Y qué decir de los quesos en general. Nuestros deliciosos manchegos de oveja, los de cabra, los de pasta enmohecida como el cabrales…  Y volvemos a advertir, no confundir con los  “preparados lácteos”  que en muchos casos se formulan empleando grasas extrañas y que se emplean en general para cubrir las pizzas de una infame capa insalubre.


Y no dejemos atrás a los huevos. Toda la vida oyendo que no se debían  tomar casi ninguno, bajo amenaza de contraer colesterol, ataques al hígado y no sé cuantos anatemas mas.
Pues resulta que contienen mas vitaminas y minerales en cada caloría que aportan, que cualquier otro alimento.
Son una magnifica fuente de colina y esta, es precisamente una sustancia que el cuerpo necesita para quemar grasa en la producción de energía.  Son magníficos en el desayuno.

Pero no dejemos atrás a la ternera.Gran parte de la grasa de la ternera es monoinsaturada y como la del aceite de olivaes buena para el colesterol bueno y actúa en contra de malo.

Y que conste que todo esto es un resumen de las información que últimamente se vienen publicando en medios de gran solvencia y firmados por investigadores autorizados.



lunes, 8 de junio de 2015

¿Son las hamburguesas un buen alimento?

Una hamburguesa no debe ser más que una porción de carne picada.

Las grandes cadenas multinacionales, solo utilizan carnes de vacuno mayor, que fileteada podría resultar dura, pero que picada, se puede consumir con facilidad.
Y este tipo de carnes, son una buena fuente de proteínas. 

Las mantienen congeladas y congeladas se asan sobre una plancha caliente.

En realidad, ese sistema de cocción no es menos sano que una barbacoa.

En la barbacoa, por ejemplo, la carne contacta con la llama y el humo resultante de quemar la grasa.
Y ya sabemos los elementos tóxicos que aporta la grasa quemada.

Pero de alguna forma, parece que tienen mala prensa.
Nos cuesta reconocer que de vez en cuando iríamos a comer la denostada comida rápida y nos sentimos algo culpables cuando caemos en la tentación de la mano de nuestros hijos.

¿Debemos considerar a la hamburguesa como un alimento recomendable?

La respuesta es sí. 
Pero si nos referimos solo a la pieza de hamburguesa.

El problema real, son los acompañamientos (patatas, refrescos, queso, mayonesa…)

Empecemos por considerar los valores nutricionales de una hamburguesa.

Básicamente, la hamburguesa aporta proteínas y grasa, además de los nutrientes normales de la carne como las vitaminas, minerales, fibra etc.

El contenido de grasas dependerá del tipo de carne que hayan empleado en su composición.
Y debemos tener en cuenta  que se  cocina a la plancha y  no se sumerge en aceite o grasas como ocurre por ejemplo en un pescado frito.
Y en todo caso al pasarlas por la plancha  perderán parte de grasa.

Si comparamos a las hamburguesas con alimentos similares, veremos que el
contenido de grasa sobre el total es  de 12.5  a  15.5 % 

La grasa de un chorizo o salchichón es 15 a 22 %  dependiendo de la categoría.
Y la de un queso tipo manchego puede ser de un 45%.

Referente al resto de ingredientes, las hamburguesas no necesitan conservantes ya que se trasladan congeladas y congeladas  se ponen sobre la plancha.

En cambio los embutidos sí tienen nitrificantes antioxidantes etc.

No pretendo con esto desaconsejar el consumo de embutidos, solo trato de hacer ver que desde siempre se han tomado alimentos similares o incluso con más grasa que las hamburguesas.
Por tanto, si nos ceñimos a sus características nutricionales no es menos sana o natural que cualquier producto cárnico de los llamados “de antaño.”

El problema real, está en el resto de ingredientes que suelen acompañar la bandeja con la hamburguesa.



Y es aquí donde se les ve el plumero a las multinacionales americanas en cuanto a la poca consideración en evitar los excesos de azucares y carbohidratos en general.

Por ejemplo Las patatas fritas son una fuente de acumular michelines.
Son hidratos de carbono acompañados de grasas, a veces saturadas.

Y para que hablar de los refrescos (a veces enormes o con vasos que pueden rellenar las veces que se quiera).
Llevan una gran cantidad de azucares que además puede ser glucosa del maíz.
.
La hamburguesa en sí misma no tiene ningún problema y si queremos restringir el exceso de carbohidratos, basta con dejar las patatas y cambiar el refresco por uno sin azúcar.

Mejor si  está acompañada de aros de cebolla, hojas de lechuga, alguna rodaja de tomate, láminas de encurtidos, etc.

No pasarse con al  kétchup, mostaza, la mayonesa, etc. (Todo esto con moderación).

Y no está de más  que se ponga una lámina de queso.

Así es que si os apetece una hamburguesa… pues adelante, sin complejos.

"Algo está mal si nunca puedo comer una hamburguesa; y algo está mal si sólo como hamburguesas”.







lunes, 1 de junio de 2015

Sobredosis de azúcar en La noche temática

Es el mejor programa que se ha hecho hasta ahora en el camino del conocimiento de la verdad en nutrición. Si  queréis saber cómo es posible que nos hayan tenido tanto tiempo engañados, debéis de verlo.
Haced click en la imagen para ir al enlace donde encontraréis el documental.



Principios de la estabilización por calor

Compartimos con vosotros la siguiente presentación donde explicamos los principios de la estabilización de los alimentos por calor:



Podéis descargaros la presentación en el siguiente enlace:
Quiero descargarme la presentación

miércoles, 27 de mayo de 2015

¿A cuántas personas conoces que les haya ido bien los tratamientos anti-obesidad y que además se hayan mantenido sin efecto rebote?



A estas alturas, parece que las dietas basadas en los tratamientos tradicionales, no funcionan.

Pero en lugar de aceptar que esto puede ser cierto, se empeñan en achacarnos el mal resultado, acusándonos de poca constancia o rigor en el cumplimiento.

La eficacia de los tratamientos contra la obesidad, jamás deberíamos medirla por los resultados que obtengamos. 

¿Cuántos de estos tratamientos en realidad funcionan bien y de forma permanente?


¿A cuántas personas conoces que le haya ido bien y que además se hayan mantenido sin efecto rebote?


Hay una verdad que no se quiere reconocer pero que se va abriendo paso poco a poco y es que no existen los productos milagros, todo es una mentira que ya no puede sostenerse.

Yo creo que la mayoría de los que imponen los sistemas oficialmente aceptados para perder peso, saben que lo único que vamos a perder va a ser tiempo y dinero.

Y cuando esto es evidente,  nos hacen sentir culpables acusándonos de falta de constancia.
De esta forma, cuando abandonamos artos de sacrificarnos sin resultado, no les acusamos a ellos por su inoperancia.

Es algo parecido a lo que nos hacen los representantes de las religiones. 
Nos ponen la raya roja a un nivel a sabiendas de  que siendo humanos la vamos a rebasar y por tanto vamos a pecar según su credo.

Así tienen excusa para hacernos sentir miedo al considerarnos culpables.
Luego, ellos se ofrecen a conseguirnos el perdón.
Pero  solo si somos dóciles y aceptamos su poder sobre nosotros.

Son los programas de adelgazamiento oficialmente aceptados los que están fallando de forma general ya que utilizan unas premisas absolutamente equivocadas.


  • No se adelgaza restringiendo la ingesta de carne o grasas.

  • Aunque hacer algo de ejercicio es muy saludable y necesario .No se pierde peso por hacer ejercicio. 

  • Las calorías que ingerimos, no son todas iguales. No tienen el mismo efecto en el organismo.

  • El problema no es la cantidad de calorías que ingerimos. Es el tipo de calorías el que va a afectar a nuestra acumulación de grasa corporal.

  • La acumulación de grasa se produce cuando provocamos desarreglo hormonal, en especial de la insulina.

  • El desarreglo hormonal está ocasionado por las calorías de mala calidad, procedentes de los hidratos de carbono de alimentos refinados en general y por los azucares en particular.


¿Entonces como es posible que algo tan evidente nos haya mantenido tanto tiempo engañados? 

En el próximo artículo, veremos las causas. 


martes, 12 de mayo de 2015

La prevalencia del idioma inglés desde la segunda guerra mundial, ha impedido que se conozca la verdadera causa de porque engordamos

Hay dos tendencias por parte de los investigadores sobre las causas de la acumulación de la grasa corporal
  • Por una parte está la tendencia considerada oficial que establece que el consumo excesivo de calorías es lo que provoca la obesidad. O sea que vienen a decir que es una cuestión matemática; Calorías tomadas menos calorías consumidas igual a mas o menos kilos de peso corporal. Con lo mal que la biología se lleva con las matemáticas.
  • Por otra parte están los que defienden que no todas las calorías tienen el mismo efecto ni que todos los individuos responden igual a la ingesta de alimentos. Plantean que es un problema de desajuste hormonal, de hiperinsulinismo. A estos últimos, se les ha intentado continuamente amordazar, aunque últimamente tienen más resonancia. 
La prevalencia de la teoría oficial ha impedido que se realizasen verdaderos estudios que permitieran conocer la verdad. 
Pero esto no es nuevo. 
Viene desde el fin de la segunda Guerra Mundial. 
Ya entonces, antes del comienzo de la guerra los científicos alemanes, habían descubierto que en realidad la acumulación de grasa en el cuerpo se debía a que las hormonas y el sistema endocrino del individuo, funcionaban de forma inapropiada. 

Esto iba en contra de la teoría del “equilibrio energético” que defendía y aún defiende que: Engordas, si tomas más calorías de las que gastas.
Uno de los primeros endocrinos, Wilhem Falta, discípulo de Von Noorden, ambos alemanes, aseguraba ya entonces, que era la insulina la que provocaba  la obesidad y tenía una importante relación con la diabetes.

Pero había un problema;
La mayoría de la literatura científica sobre obesidad, estaba escrita en alemán en aquella época.

Y como suele ocurrir, los vencedores impusieron sus intereses y desde la victoria contra los alemanes, los americanos e ingleses hicieron que la lengua inglesa pasase a ser la única lengua válida para las investigaciones científicas.

En EEUU prevalecía la hipótesis del equilibrio de energía (o sea, las calorías que entran por las que salen) 
Debido a esto, desde entonces ha seguido prevaleciendo en contra de muchas voces cualificadas, que pedían una revisión de esta hipótesis. 

¿Puede alguien imaginarse la cantidad de sacrificios, gastos, enfermedades e incluso muertes que se habrían evitado?

Pues por ejemplo, ahí va una estadística:
“En 2008, más de 17 millones de personas murieron por una enfermedad cardiovascular”.

¡Cuántos males se habrían evitado si la teoría de los alemanes se hubiese tenido en cuenta! 

Y es que los obesos no son gordos porque coman más de lo que deban.
El problema es la respuesta hormonal que en algunos individuos  se da, hace que las  calorías se almacenen como grasa corporal.


Pero esto que ya debería ser de dominio público, aunque parezca mentira, se sigue demonizando a nivel general.
Solo unos pocos científicos se atreven a contradecir a la endocrinología oficial.
Y conste que allá  por los años 60 ya se pudo comprobar que la acumulación de grasa corporal estaba regulada por la  insulina.

Desde mediados de los 70, los terapeutas saben que lo más eficaz para combatir la obesidad es la restricción de  los carbohidratos.
Y claro, esto es lo mismo que defendían  los científicos alemanes.
A pesar de ello, la mayoría de los médicos no terminan de ceder y siguen negando que la obesidad se debe al problema hormonal de la insulina.

Posteriormente, no han dejado de aparecer voces que tratan de hacer valer lo que por lógica iban descubriendo.

Para mi, uno de los mas acertados es el francés Michel Montignac.
Este  pionero de los Índices Glicémicos, desde 1980, propuso la utilización de estos Índices para la pérdida de peso.
Su método, ayuda desde entonces a la disminución y prevención de la incidencia de enfermedades metabólicas como la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.

La obesidad se debe principalmente  al consumo de carbohidratos y azúcar.
Esto ya lo sospecharon los científicos alemanes, amordazados por los vencedores de la segunda gran guerra.
Desde entonces, intereses comerciales, han impedido que esta verdad se aceptara, pero la verdad, termina por romper los diques que la contienen y tarde o temprano termina por irrumpir.

Hace muy poco, el científico Gary Taubes, el director del Centro para la Prevención de la Obesidad de la Fundación New Balance David S. Ludwig o Eric Westman, director de la Clínica de Medicina Duke Lifestyle.
Han publicado en la revista Time un artículo en el que aseguran ya que:

“Que la dieta baja en carbohidratos es la que permite la pérdida de peso, y no necesariamente la baja en grasas, es cada vez más evidente.”

En la próxima publicación, veremos por que no han dejado que se sepa y veremos más evidencias de que los que tendemos a engordar, estamos muy equivocados en nuestra forma de llevar la alimentación.

martes, 5 de mayo de 2015

Platos tradicionales con menos calorías

Hola Manuel, hoy te voy a ayudar para que puedas consumir unos platos muy ricos sin remordimiento de conciencia.

Veamos cuatro platos mediterráneos y que son muy altos en calorías:
  • Lomo de orza.
  • Tortilla de patatas.
  • Chorizo fresco.
  • Ensaladilla rusa.
¿Si te dijera que puedo explicarte cómo puedes disfrutar de un lomo de orza sin que te preocupe el colesterol y sin grasa? ¿Y una tortilla de patatas donde las calorías se han bajado a la cuarta parte y apenas tiene colesterol? ¿Y un chorizo fresco o casero con una mínima cantidad de grasa?

Todo ello sin que haya que sacrificar su sabor tradicional.

Debemos considerar que algunos platos de la dieta mediterránea, en su momento, se crearon para atender las necesidades de nutrición, de una forma de vida en la que era necesario ingerir las calorías que demandaban los trabajos en el campo.

Incluso la bebida (el gazpacho), en su origen, aportaba una dosis de calorías. Por cierto, ahora mejor sin pan.

Por tanto, es lógico que algunos platos puedan resultar altos en calorías para las necesidades nutricionales de la forma de vida actual, mucho menos activa físicamente.

Hoy en día, gran parte de la población se propone ingerir menos calorías para bajar peso, o tomar menos grasas en general para evitar algún tipo de afección.

Empecemos por el lomo de orza:



El lomo de orza es un plato típico de las matanzas, que se utilizaba a modo de conserva. Esto también se hacía con los chorizos de la matanza y los torreznos. De esa manera aguantaban todo el invierno y parte de la primavera sin que la carne del cerdo se echara a perder.

Recuerdo cómo de pequeño escarbaba en la orza en busca de los trozos de lomo.

El lomo de orza no es tan calórico y se desgrasa al freírlo, e incluso enterrado en manteca no tiene por qué dar problema si lo escurrimos bien al calentarlo. La manteca sí es muy calórica.

En mi pueblo este lomo se reservaba para sacarlo en las fiestas de las pascuas. Primero se introducía en un adobo con vinagre, laurel, ajo, etc. Y así se dejaba uno o dos días.

Luego se iba friendo el lomo fresco del cerdo en su propia manteca, a fuego muy lento.

De esa manera, adquiría un sabor y aroma suculentos.

Después se introducía todo en una orza de barro, dejando enfriar la elaboración, la manteca se solidificaba y se depositaba la orza tapada en un lugar fresco, seco y sin apenas luz, para su mayor conservación.

Si analizamos su composición final, veremos que realmente el elemento que aporta las calorías es la manteca, ya que la poca grasa infiltrada que puede tener la parte del lomo de cerdo va a salir en el momento de la fritura o cocción. Por lo tanto, si en vez de manteca empleamos aceite de oliva evitaremos gran parte de calorías y tendremos los beneficios del aceite de oliva.

Y si queremos dar otro golpe de tuerca, podemos sustituir el lomo por pechuga de pavo, que se corta en sentido longitudinal de dos dedos de grueso.

La textura de la pechuga se parece mucho a las fibras musculares del cerdo, y prácticamente es el mismo sabor, ya que se disfraza con los aliños que recibe en el tiempo de marinada previa.

Para la ensaladilla rusa, el truco consiste en mezclar la mayonesa al 25% con yogur desnatado y bajar la proporción de patata añadiendo por ejemplo judías verdes, aumentar los guisantes e incluir champiñones.

La tortilla de patatas se puede aligerar mucho si utilizamos una yema cada cuatro huevos. Además las patatas se hacen al microondas con una pizca de aceite.




El chorizo fresco o casero podemos disfrutarlo sin el exceso de calorías.

Basta con ponerlo en una cacerola, cubrirlo con vino blanco de guisar y dejarlo hervir unos 10 o 15 minutos hasta que el alcohol se evapore y el chorizo suelte la mayor parte de su grasa.

Antes de que se enfríe, escurrimos todo el caldo que quede (la mayor parte será grasa) y nos quedará un chorizo muy magro y bajo en grasa y calorías.

Además adquiere un sabor magnifico y es estupendo para hacer un arroz caldoso con él.

Dependiendo de que sea categoría segunda, primera o extra, tendrá más grasa que soltar y mermará más o menos.

lunes, 27 de abril de 2015

Mitos sobre los alimentos ecológicos: III

En los dos escritos anteriores, vimos que los consumidores que se deciden por los alimentos ecológicos lo hacen habitualmente por que les achacan tres virtudes:

1. Procura el bienestar animal.
2. Su consumo aporta más salud.

Ya hemos dado nuestra opinión en cuanto a los dos primeros.
 Veamos ahora el tercer punto;

¿Su producción ayuda a cuidar el medio ambiente?

Solo a veces.

Por ejemplo, los acuíferos se contaminan por el excesivo uso de lo que conocemos como “abono natural”. O sea; excrementos de animales. 

Cuando se emplean en exceso, se contaminan las aguas de nitratos y nitritos que además de ser cancerígenos, no permiten la depuración de las aguas.

Pero si todos decidiéramos consumir agricultura ecológica, veamos el efecto que tendría sobre los espacios naturales:

Los cereales son la base de la alimentación de la humanidad.
Y para la producción de ganado, solo se permiten piensos procedentes de cultivos ecológicos.

Los cultivos que ahora permiten un rendimiento suficiente de cereales, necesitarían el doble de espacio ya que el cultivo ecológico solo rinde el 50%, debido a la no utilización de abonos químicos.


La consecuencia es que se arrasarían hectáreas de zonas que actualmente están consideradas como santuarios naturales.

En cuanto a la ganadería, podría pasar exactamente lo mismo.
El pastoreo intensivo puede llegar a arrasar zonas enteras y acabar con la biodiversidad.
Y ya hemos visto como se  prima que el ganado para carne ecológica se crie en libertad.


Otro argumento muy importante en que se apoyan los defensores de que los alimentos ecológicos protegen el medio ambiente es la oposición al uso de los alimentos transgénicos. 

Esos alimentos tan denostados por los buen rollistas a ultranza, resulta que van camino de convertirse en la única posibilidad de alimentar algún día a la humanidad si seguimos creciendo así.

Y en contra de la mala prensa verde, la realidad es que, a día de hoy, no hay ningún estudio publicado y riguroso que indique que el consumo de alimentos modificados genéticamente sea peligroso para la salud.



Sé que no es políticamente correcto hablar bien o salir en defensa de esto.
Ni siquiera hacerse eco.

Pero tampoco debemos admitir que nos manipulen con afirmaciones catastrofistas y conspiratorias.
Por ello, voy a permitirme citar a un científico que parece tener suficiente credibilidad a nivel mundial.

Se trata de un Premio Nobel por sus descubrimientos sobre la estructura de los genes en 1977. Richard J. Roberts, químico británico.

Transcribo sus palabras textuales:

Una vez más nos encontramos ante un caso donde la política supera a la lógica y al sentido común. 
El ejemplo más notorio se encuentra en Europa, donde el Partido Verde hizo de los alimentos modificados genéticamente su grito de guerra político y fue capaz de convencer a un público generalmente cauteloso de peligros que no se han demostrado que existan.

Lo más triste de todo esto es que, de todos los países del mundo, los de Europa no son precisamente los que tienen una necesidad acuciante de producir alimentos modificados genéticamente. 

Así que los políticos europeos no están condenando a su población a la hambruna sin este tipo de alimentos. 

En cambio, en muchos países en vías de desarrollo no habrá alimentos suficientes para sostener a la población actual y futura sin alimentos modificados genéticamente. 

Por lo tanto, el movimiento de los verdes para tratar de convencer a estos países de los peligros de los alimentos modificados genéticamente borda lo criminal. ¡Son los verdes los que son un peligro!

Personalmente, yo estaría a favor de acusar de crímenes de lesa humanidad a esos políticos que tratan de exportar sus campañas anti alimentos modificados genéticamente a África y a otros lugares. 

Si tienen éxito, serán responsables de más muertes que los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.”


Y cuidado que este premio nobel también sale en defensa de las políticas sociales y  opina que:

Las sociedades civilizadas, de las que Europa es un ejemplo brillante, deberían reconocer que la salud es responsabilidad del estado, por lo que no debería ser una función más del sistema capitalista para ganar dinero.

Parece ser que  se suele anatemizar aquello que está al alcance de todos y se sublima lo que solo pueden acceder las economías más desahogadas;

La comida ecológica es la más cara, y los transgénicos pueden abaratar los precios.

Y así estamos consiguiendo una sociedad que cuando sale a comprar se siente agredida y cada estantería de alimentos le empieza a parecer un monstruo al acecho.

Pero es importante que no haya que sentirse ni inferior ni culpable por no consumir alimentos ecológicos.

lunes, 13 de abril de 2015

Mitos sobre los alimentos ecológicos: II

En el post anterior decíamos que los partidarios del consumo de alimentos ecológicos los recomiendan basándose en tres puntos:
  1. Procura el bienestar animal.
  2. Su consumo aporta más salud.
  3. Su producción ayuda a cuidar el medio ambiente.
Y nos centramos en el primer punto. Veamos ahora que hay de cierto en el segundo.

¿Su consumo aporta más salud?

Creo que los alimentos, al igual que cualquier variable de nuestro entorno, nos afectarán de una manera o de otra según lo que esperemos que ocurra.

La predisposición, o el estado de ánimo, afecta a los humanos a la hora de tomar un alimento y en su asimilación por nuestro organismo.

Estoy convencido que un alimento orgánico o ecológico resultará saludable para una persona que lo consuma convencida de que es mejor para su salud.

Del mismo modo, si un consumidor está convencido de que su alimentación no es sana por no ser ecológica, la consecuencia es que no le resultará placentera.


No tengo nada contra los que deseen y puedan pagar más por un alimento ecológico.
Pero debemos ser claros para evitar que las personas que no consuman estos alimentos, considerados ecológicos, piensen que van a enfermar por consumir los alimentos normales del mercado.

No se puede trasladar la idea de que los que no son ecológicos pueden ser poco saludables.
El consumidor se verá afectado de forma negativa por la actitud ante el consumo de unos alimentos que absurdamente no considere fiables.

Ya hace un tiempo que un grupo de sesudos investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, realizó un estudio con el resultado de que…

“Los alimentos ecológicos no son mejores para la salud.Los productos que no han recibido ninguna sustancia química no son ni más nutricionales ni ofrecen más beneficios “

No encontraron ninguna evidencia científica de que sea más sano consumir estos productos.
“Los resultados obtenidos muestran que las frutas y verduras, tanto ecológicas como convencionales, tienen cantidades similares de vitaminas.La leche tiene la misma cantidad de proteínas y grasa etc.”
Es muy importante que tengamos claro, que…
Los alimentos que no están etiquetados como Ecológicos no tienen por qué suponer en ningún momento un riesgo para la salud al ser consumidos.

Cualquier alimento que esté a la venta en nuestra Comunidad Europea debe cumplir con la normativa sanitaria en cuanto a los márgenes de presencia de metales y otros contaminantes.
La norma comunitaria es muy estricta y las cantidades que se permiten, están muy por debajo de las que pudieran resultar toxicas.


viernes, 10 de abril de 2015

Mitos sobre los alimentos ecológicos

Los partidarios del consumo de alimentos ecológicos los recomiendan basándose en  tres puntos:

  • Procura el bienestar animal.
  • Su consumo aporta mas salud.
  • Su producción ayuda a cuidar el medio ambiente.


Vamos a razonar sobre el primer punto: Procurar el bienestar animal.

Todavía está fresco en el recuerdo de muchos españoles el tiempo en que, para la mayoría de las familias, comer pollo era un privilegio supeditado a ciertas celebraciones.

Gracias a los sistemas de explotación agraria hoy la carne y los huevos se pueden consumir a unos precios entonces impensables.

Está bien que los alimentos provengan de animales que se crían en explotaciones donde se les hace la vida más agradable. Con lo cual, me parece perfecto que los consuman aquellos que quieran y puedan pagárselos.

Pero debemos tener en cuenta que para toda la producción animal (ecológica o no), existen en la CEE unas normas de obligado cumplimiento sobre el bienestar animal.



De hecho, y aunque resulte paradójico, en los transportes de ganado, los cerdos tienen derecho a más espacio que los humanos en algunas líneas de aviación.

Y también existen normas en cuanto a la conducción de los transportes de ganado para regular los acelerones y frenazos, que ya lo quisiéramos nosotros en los autobuses urbanos.
Por lo tanto, es importante que nadie deba sentirse ni inferior ni culpable por no consumir  alimentos ecológicos.

Tampoco son mas sanos.
Lo veremos cuando reflexionemos sobre los dos puntos siguientes.

Relación entre el mal gobierno y la alimentación sana

Actualmente, se aprecia como saludable el consumo de alimentos integrales. 
Pero en generaciones anteriores, parece lógico que, por ejemplo, existiera un rechazo a los panes integrales.
Hay que tener en cuenta que el refinado de la harina, viene aparejado a un refinado de las costumbres.

O sea, que una familia “refinada”, debía poderse permitir comer pan blanco que tenía mejor presencia.
Y era un pan al que se le había retirado el salvado o cascarilla, que era la parte de la “cascara”.
O sea, que a su entender se quedaban con lo que consideraban como “la parte noble del alimento”.
Y el resto se lo daban a los animales.
Por supuesto, los pobres sí seguían comiendo el grano completo (con su germen, fibra, y vitaminas), que los ricos rechazaban.
Esto puede explicar en parte,  porque las clases pudientes no tenían más salud que los demás, aunque llevasen una vida mejor.
Y es que los errores en cuanto a alimentación han ocasionado grandes paradojas.
De sobra es conocida la imagen de los reyes y grandes señores con la enfermedad de la gota debido al acido úrico que les provocaba la gran cantidad de proteína animal que consumían.
Por otra parte, llevaban una vida muy sedentaria. Incluso los  vestían para que  no tuvieran que moverse.
Creo que esto hizo un gran daño a la evolución de la sociedad.

Un dirigente con poca salud, no será demasiado eficaz en su trabajo, que precisamente debe ser el de ir consiguiendo una sociedad cada vez más avanzada.
Y la mezcla de excesos y errores alimentarios, unida a la falta de actividad física, no es la mejor forma de estar saludable.
Imaginemos a un señor feudal, señor  de vidas y haciendas, que está frecuentemente amargado por que los dolores de gota, artritis, malas digestiones o ulceras estomacales no le dejan vivir.

Mas te valía no depender de las decisiones de un señor así.
La mala alimentación de los gobernantes ha podido ocasionar mucho sufrimiento a sus gobernados.