lunes, 27 de abril de 2015

Mitos sobre los alimentos ecológicos: III

En los dos escritos anteriores, vimos que los consumidores que se deciden por los alimentos ecológicos lo hacen habitualmente por que les achacan tres virtudes:

1. Procura el bienestar animal.
2. Su consumo aporta más salud.

Ya hemos dado nuestra opinión en cuanto a los dos primeros.
 Veamos ahora el tercer punto;

¿Su producción ayuda a cuidar el medio ambiente?

Solo a veces.

Por ejemplo, los acuíferos se contaminan por el excesivo uso de lo que conocemos como “abono natural”. O sea; excrementos de animales. 

Cuando se emplean en exceso, se contaminan las aguas de nitratos y nitritos que además de ser cancerígenos, no permiten la depuración de las aguas.

Pero si todos decidiéramos consumir agricultura ecológica, veamos el efecto que tendría sobre los espacios naturales:

Los cereales son la base de la alimentación de la humanidad.
Y para la producción de ganado, solo se permiten piensos procedentes de cultivos ecológicos.

Los cultivos que ahora permiten un rendimiento suficiente de cereales, necesitarían el doble de espacio ya que el cultivo ecológico solo rinde el 50%, debido a la no utilización de abonos químicos.


La consecuencia es que se arrasarían hectáreas de zonas que actualmente están consideradas como santuarios naturales.

En cuanto a la ganadería, podría pasar exactamente lo mismo.
El pastoreo intensivo puede llegar a arrasar zonas enteras y acabar con la biodiversidad.
Y ya hemos visto como se  prima que el ganado para carne ecológica se crie en libertad.


Otro argumento muy importante en que se apoyan los defensores de que los alimentos ecológicos protegen el medio ambiente es la oposición al uso de los alimentos transgénicos. 

Esos alimentos tan denostados por los buen rollistas a ultranza, resulta que van camino de convertirse en la única posibilidad de alimentar algún día a la humanidad si seguimos creciendo así.

Y en contra de la mala prensa verde, la realidad es que, a día de hoy, no hay ningún estudio publicado y riguroso que indique que el consumo de alimentos modificados genéticamente sea peligroso para la salud.



Sé que no es políticamente correcto hablar bien o salir en defensa de esto.
Ni siquiera hacerse eco.

Pero tampoco debemos admitir que nos manipulen con afirmaciones catastrofistas y conspiratorias.
Por ello, voy a permitirme citar a un científico que parece tener suficiente credibilidad a nivel mundial.

Se trata de un Premio Nobel por sus descubrimientos sobre la estructura de los genes en 1977. Richard J. Roberts, químico británico.

Transcribo sus palabras textuales:

Una vez más nos encontramos ante un caso donde la política supera a la lógica y al sentido común. 
El ejemplo más notorio se encuentra en Europa, donde el Partido Verde hizo de los alimentos modificados genéticamente su grito de guerra político y fue capaz de convencer a un público generalmente cauteloso de peligros que no se han demostrado que existan.

Lo más triste de todo esto es que, de todos los países del mundo, los de Europa no son precisamente los que tienen una necesidad acuciante de producir alimentos modificados genéticamente. 

Así que los políticos europeos no están condenando a su población a la hambruna sin este tipo de alimentos. 

En cambio, en muchos países en vías de desarrollo no habrá alimentos suficientes para sostener a la población actual y futura sin alimentos modificados genéticamente. 

Por lo tanto, el movimiento de los verdes para tratar de convencer a estos países de los peligros de los alimentos modificados genéticamente borda lo criminal. ¡Son los verdes los que son un peligro!

Personalmente, yo estaría a favor de acusar de crímenes de lesa humanidad a esos políticos que tratan de exportar sus campañas anti alimentos modificados genéticamente a África y a otros lugares. 

Si tienen éxito, serán responsables de más muertes que los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.”


Y cuidado que este premio nobel también sale en defensa de las políticas sociales y  opina que:

Las sociedades civilizadas, de las que Europa es un ejemplo brillante, deberían reconocer que la salud es responsabilidad del estado, por lo que no debería ser una función más del sistema capitalista para ganar dinero.

Parece ser que  se suele anatemizar aquello que está al alcance de todos y se sublima lo que solo pueden acceder las economías más desahogadas;

La comida ecológica es la más cara, y los transgénicos pueden abaratar los precios.

Y así estamos consiguiendo una sociedad que cuando sale a comprar se siente agredida y cada estantería de alimentos le empieza a parecer un monstruo al acecho.

Pero es importante que no haya que sentirse ni inferior ni culpable por no consumir alimentos ecológicos.

lunes, 13 de abril de 2015

Mitos sobre los alimentos ecológicos: II

En el post anterior decíamos que los partidarios del consumo de alimentos ecológicos los recomiendan basándose en tres puntos:
  1. Procura el bienestar animal.
  2. Su consumo aporta más salud.
  3. Su producción ayuda a cuidar el medio ambiente.
Y nos centramos en el primer punto. Veamos ahora que hay de cierto en el segundo.

¿Su consumo aporta más salud?

Creo que los alimentos, al igual que cualquier variable de nuestro entorno, nos afectarán de una manera o de otra según lo que esperemos que ocurra.

La predisposición, o el estado de ánimo, afecta a los humanos a la hora de tomar un alimento y en su asimilación por nuestro organismo.

Estoy convencido que un alimento orgánico o ecológico resultará saludable para una persona que lo consuma convencida de que es mejor para su salud.

Del mismo modo, si un consumidor está convencido de que su alimentación no es sana por no ser ecológica, la consecuencia es que no le resultará placentera.


No tengo nada contra los que deseen y puedan pagar más por un alimento ecológico.
Pero debemos ser claros para evitar que las personas que no consuman estos alimentos, considerados ecológicos, piensen que van a enfermar por consumir los alimentos normales del mercado.

No se puede trasladar la idea de que los que no son ecológicos pueden ser poco saludables.
El consumidor se verá afectado de forma negativa por la actitud ante el consumo de unos alimentos que absurdamente no considere fiables.

Ya hace un tiempo que un grupo de sesudos investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, realizó un estudio con el resultado de que…

“Los alimentos ecológicos no son mejores para la salud.Los productos que no han recibido ninguna sustancia química no son ni más nutricionales ni ofrecen más beneficios “

No encontraron ninguna evidencia científica de que sea más sano consumir estos productos.
“Los resultados obtenidos muestran que las frutas y verduras, tanto ecológicas como convencionales, tienen cantidades similares de vitaminas.La leche tiene la misma cantidad de proteínas y grasa etc.”
Es muy importante que tengamos claro, que…
Los alimentos que no están etiquetados como Ecológicos no tienen por qué suponer en ningún momento un riesgo para la salud al ser consumidos.

Cualquier alimento que esté a la venta en nuestra Comunidad Europea debe cumplir con la normativa sanitaria en cuanto a los márgenes de presencia de metales y otros contaminantes.
La norma comunitaria es muy estricta y las cantidades que se permiten, están muy por debajo de las que pudieran resultar toxicas.


viernes, 10 de abril de 2015

Mitos sobre los alimentos ecológicos

Los partidarios del consumo de alimentos ecológicos los recomiendan basándose en  tres puntos:

  • Procura el bienestar animal.
  • Su consumo aporta mas salud.
  • Su producción ayuda a cuidar el medio ambiente.


Vamos a razonar sobre el primer punto: Procurar el bienestar animal.

Todavía está fresco en el recuerdo de muchos españoles el tiempo en que, para la mayoría de las familias, comer pollo era un privilegio supeditado a ciertas celebraciones.

Gracias a los sistemas de explotación agraria hoy la carne y los huevos se pueden consumir a unos precios entonces impensables.

Está bien que los alimentos provengan de animales que se crían en explotaciones donde se les hace la vida más agradable. Con lo cual, me parece perfecto que los consuman aquellos que quieran y puedan pagárselos.

Pero debemos tener en cuenta que para toda la producción animal (ecológica o no), existen en la CEE unas normas de obligado cumplimiento sobre el bienestar animal.



De hecho, y aunque resulte paradójico, en los transportes de ganado, los cerdos tienen derecho a más espacio que los humanos en algunas líneas de aviación.

Y también existen normas en cuanto a la conducción de los transportes de ganado para regular los acelerones y frenazos, que ya lo quisiéramos nosotros en los autobuses urbanos.
Por lo tanto, es importante que nadie deba sentirse ni inferior ni culpable por no consumir  alimentos ecológicos.

Tampoco son mas sanos.
Lo veremos cuando reflexionemos sobre los dos puntos siguientes.

Relación entre el mal gobierno y la alimentación sana

Actualmente, se aprecia como saludable el consumo de alimentos integrales. 
Pero en generaciones anteriores, parece lógico que, por ejemplo, existiera un rechazo a los panes integrales.
Hay que tener en cuenta que el refinado de la harina, viene aparejado a un refinado de las costumbres.

O sea, que una familia “refinada”, debía poderse permitir comer pan blanco que tenía mejor presencia.
Y era un pan al que se le había retirado el salvado o cascarilla, que era la parte de la “cascara”.
O sea, que a su entender se quedaban con lo que consideraban como “la parte noble del alimento”.
Y el resto se lo daban a los animales.
Por supuesto, los pobres sí seguían comiendo el grano completo (con su germen, fibra, y vitaminas), que los ricos rechazaban.
Esto puede explicar en parte,  porque las clases pudientes no tenían más salud que los demás, aunque llevasen una vida mejor.
Y es que los errores en cuanto a alimentación han ocasionado grandes paradojas.
De sobra es conocida la imagen de los reyes y grandes señores con la enfermedad de la gota debido al acido úrico que les provocaba la gran cantidad de proteína animal que consumían.
Por otra parte, llevaban una vida muy sedentaria. Incluso los  vestían para que  no tuvieran que moverse.
Creo que esto hizo un gran daño a la evolución de la sociedad.

Un dirigente con poca salud, no será demasiado eficaz en su trabajo, que precisamente debe ser el de ir consiguiendo una sociedad cada vez más avanzada.
Y la mezcla de excesos y errores alimentarios, unida a la falta de actividad física, no es la mejor forma de estar saludable.
Imaginemos a un señor feudal, señor  de vidas y haciendas, que está frecuentemente amargado por que los dolores de gota, artritis, malas digestiones o ulceras estomacales no le dejan vivir.

Mas te valía no depender de las decisiones de un señor así.
La mala alimentación de los gobernantes ha podido ocasionar mucho sufrimiento a sus gobernados.