El bueno de Don Quijote ya le daba consejos a Sancho, unos consejos que resultan muy acertados a la vista de los recientes descubrimientos científicos sobre nutrición.
Cervantes pone en boca de D.
Quijote un consejo para su escudero:
"Come poco y cena menos, que
la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.
La recomendación de comer poco
puede que estuviera motivada por la necesidad de frenar el apetito del escudero
comilón por motivos de intendencia en sus viajes, pero cuando dice “cena poco”,
está afirmando algo que entonces no era fácil de atisbar. Mucha sabiduría
encierra esa expresión de que la salud de todo el cuerpo depende del estómago.
Y es que, últimamente, se ha descubierto el mecanismo molecular que nos
hace engordar si nuestro organismo tiene a su disposición suficientes
nutrientes en las horas nocturnas.
Ya había muchos refranes que
avisaban sobre los perjuicios de cometer excesos a la hora de cenar. Y
curiosamente, no sólo Cervantes.
Hay cantidad de antiguos
dichos populares que se pronuncian al respecto. Es muy conocido el que dice:
"De grandes cenas están las sepulturas llenas"
Y aquí va otro dicho popular
que encierra una gran sabiduría:
“Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe, cena como un mendigo”.
Y Benjamín Franklin decía…
“Abreviar la cena: prolongar la vida…”
Los últimos estudios genéticos
vienen a demostrar lo acertado de todas estas aseveraciones. Y es que ya se ha
identificado un gen en las células grasas que juega un papel clave en cuanto a
nuestro sistema de nutrición. Este gen funciona como un reloj temporizador en
las células de la grasa y actúa sobre en el sistema nervioso central.
A grandes rasgos, esto permite
que nuestro organismo esté programado para acumular reservas en las horas
nocturnas Por tanto está muy claro lo importante que es restringir las cenas.
Así que no sólo el tamaño importa, sino también el momento en el que
decidimos ingerir un bocado.
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